Si no destruimos la documentación correctamente, nos podemos arriesgar a que los datos lleguen a manos no deseadas. Por ejemplo, tirar un recibo bancario o una tarjeta de débito o crédito a la papelera, aunque sea para depositar en el contenedor de reciclaje. En este caso, nuestros datos bancarios quedarían expuestos a personas que pueden utilizar el número de la cuenta o de la tarjeta para realizar pagos que perjudique en nuestra economía doméstica.
En el caso de las empresas, también pueden ser víctimas de espionaje industrial, comercial, etc.
Por todas estas causas y muchas otras aconsejamos siempre hacer una destrucción con una empresa especializada.